A petición de mi queridísima Laure, escribo este post con mis mejores frases y demás perlas que valen la pena leer algún día en vuestras vida. También pongo una foto que me acabo de hacer con mi nueva y divina webcam, que le acabo de confiscar al pillín de Franco, por hacer guarreridas indebidas.
En fin, vayamos al tajo. Parecerán chistes, pero NO. Es LA PALABRAAAAARL.
Un joven vino a verme la cara bonita y me dijo:
- ¡Maestro (del Universo)! ¿Qué he de hacer de bueno para tener vida eterna?
Y yo le contesté:
- ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Bueno solamente hay uno (¡YO! Of course. Ah no calla, que en teoría es Papi...). Pero si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos (recuerda que no podemos conducir por ti!).
- ¿Cuáles? - me pregunta el pobre ignorante.
- No me seas cabrón, y no mates; no me seas cerdaco, y no cometas adulterio; no me seas caco, y no robes; no me seas María José Galera, y no digas mentiras en perjuicio de nadie; no me seas hooligan, y honra a tu padre y a tu madre; y no me seas gitanaco y ama a tu prójimo como a ti mismo.
- Todo eso ya lo he cumplido - me dice el espabilao -, ¿qué más me falta?
Ahí casi le estampo el jeto contra los olivos. En fin, contesté:
- Si quieres ser perfecto (¡como YO!), ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riquezas en el cielo. Luego ven y sígueme.
Pero el tio se fue tó tristorro porque se ve que estaba forrao hasta los dientes. Entonces me dirigí a la muchedumbre con el modo messiah en ON cual Chris Martin, y les dije:
- Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Os lo repito: le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.
"¡Toma moreno!", me dije a mí mismo, y recibí multitud de felaciones... ¡simbólicas!
Más:
Un día iba yo paseando todo pancho con mis doce seguidores por el monte, cuando me di cuenta de que me seguían miles de personas. Dije "¡Ahivá!", entonces vino Pedro y me dijo en un extraño dialecto: "The show must go on". Como yo soy Jesús, pues le entendí aún y desconociendo ese dialecto, así que me dirigí a todo Dios (Papá, es una expresión, estate tranqui), y dije a los cuatro vientos...
- ¡Bienaventurados los que reconocen su pobreza espiritual, porque suyo es el reino de los cielos!
¡Bienaventurados los que sufren, porque serán consolados!
¡Bienaventurados los humildes, porque heredarán la tierra que Dios les ha prometido!
¡Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán satisfechos!
¡Bienaventurados los compasivos, porque Dios tendrá compasión de ellos!
¡Bienaventurados los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios!
¡Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos!
¡Bienaventurados los perseguidos por hacer lo que es justo, porque suyo es el Reino de los Cielos!
Y así tropecientas mil bienaventuranzas. Me salió todo de golpe, parecía un adicto de crack, pero ¿y lo bien que me quedó?
Tambien dije...
- No acumuléis riquezas en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran a robar. Acumulad más bien vuestras riquezas en el cielo (Nota: en realidad esto es una metáfora ;P), donde la polilla no destruye, ni las cosas se echan a perder, ni los ladrones entran a robar. Porque donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón.
>> Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero.
Y la peña siguió coreando "Jesus Christ Superstar", aunque irónicamente unos cuantos años después se harían muñecajos de aquí un servidor clavado en una cruz de oro maciiiizo.
A ellos les dije:
- ¡Oíd esto, vosotros los ricos! ¡Llorad y gritad por las desgracias que vais a sufrir! Vuestras riquezas están podridas; vuestras ropas, comidas por la polilla. Vuestro oro y vuestra plata se han enmohecido, y ese moho será una prueba contra vosotros y os destruirá como fuego. Habéis amontonado riquezas en estos días, que son los últimos. El jornal que no pagasteis a los que trabajaron en vuestra cosecha está clamando contra vosotros; y el Señor todopoderoso ha oído la reclamación de esos trabajadores. Aquí en la tierra habéis llevado una vida de lujo y placeres, engordando como ganado, ¡y ya llega el día de la matanza! Habéis condenado y matado a los inocentes sin que ellos opusieran resistencia.
En fin, vayamos al tajo. Parecerán chistes, pero NO. Es LA PALABRAAAAARL.
Un joven vino a verme la cara bonita y me dijo:
- ¡Maestro (del Universo)! ¿Qué he de hacer de bueno para tener vida eterna?
Y yo le contesté:
- ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Bueno solamente hay uno (¡YO! Of course. Ah no calla, que en teoría es Papi...). Pero si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos (recuerda que no podemos conducir por ti!).
- ¿Cuáles? - me pregunta el pobre ignorante.
- No me seas cabrón, y no mates; no me seas cerdaco, y no cometas adulterio; no me seas caco, y no robes; no me seas María José Galera, y no digas mentiras en perjuicio de nadie; no me seas hooligan, y honra a tu padre y a tu madre; y no me seas gitanaco y ama a tu prójimo como a ti mismo.
- Todo eso ya lo he cumplido - me dice el espabilao -, ¿qué más me falta?
Ahí casi le estampo el jeto contra los olivos. En fin, contesté:
- Si quieres ser perfecto (¡como YO!), ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riquezas en el cielo. Luego ven y sígueme.
Pero el tio se fue tó tristorro porque se ve que estaba forrao hasta los dientes. Entonces me dirigí a la muchedumbre con el modo messiah en ON cual Chris Martin, y les dije:
- Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Os lo repito: le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.
"¡Toma moreno!", me dije a mí mismo, y recibí multitud de felaciones... ¡simbólicas!
Más:
Un día iba yo paseando todo pancho con mis doce seguidores por el monte, cuando me di cuenta de que me seguían miles de personas. Dije "¡Ahivá!", entonces vino Pedro y me dijo en un extraño dialecto: "The show must go on". Como yo soy Jesús, pues le entendí aún y desconociendo ese dialecto, así que me dirigí a todo Dios (Papá, es una expresión, estate tranqui), y dije a los cuatro vientos...
- ¡Bienaventurados los que reconocen su pobreza espiritual, porque suyo es el reino de los cielos!
¡Bienaventurados los que sufren, porque serán consolados!
¡Bienaventurados los humildes, porque heredarán la tierra que Dios les ha prometido!
¡Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán satisfechos!
¡Bienaventurados los compasivos, porque Dios tendrá compasión de ellos!
¡Bienaventurados los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios!
¡Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos!
¡Bienaventurados los perseguidos por hacer lo que es justo, porque suyo es el Reino de los Cielos!
Y así tropecientas mil bienaventuranzas. Me salió todo de golpe, parecía un adicto de crack, pero ¿y lo bien que me quedó?
Tambien dije...
- No acumuléis riquezas en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran a robar. Acumulad más bien vuestras riquezas en el cielo (Nota: en realidad esto es una metáfora ;P), donde la polilla no destruye, ni las cosas se echan a perder, ni los ladrones entran a robar. Porque donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón.
>> Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero.
Y la peña siguió coreando "Jesus Christ Superstar", aunque irónicamente unos cuantos años después se harían muñecajos de aquí un servidor clavado en una cruz de oro maciiiizo.
A ellos les dije:
- ¡Oíd esto, vosotros los ricos! ¡Llorad y gritad por las desgracias que vais a sufrir! Vuestras riquezas están podridas; vuestras ropas, comidas por la polilla. Vuestro oro y vuestra plata se han enmohecido, y ese moho será una prueba contra vosotros y os destruirá como fuego. Habéis amontonado riquezas en estos días, que son los últimos. El jornal que no pagasteis a los que trabajaron en vuestra cosecha está clamando contra vosotros; y el Señor todopoderoso ha oído la reclamación de esos trabajadores. Aquí en la tierra habéis llevado una vida de lujo y placeres, engordando como ganado, ¡y ya llega el día de la matanza! Habéis condenado y matado a los inocentes sin que ellos opusieran resistencia.
- ¿De dónde vienen las guerras y las peleas entre vosotros? De los malos deseos que siempre están luchando en vuestro interior. Queréis algo, y no lo obtenéis; matáis, sentís envidia de alguna cosa, y como no la podéis conseguir, lucháis y os hacéis la guerra.
Y ahorita viene lo mejor, mi numerito estelar antes y después del último atracón de comer que me pegué en vuestro mundo:
Antes de cenar le empecé a lavar los pies a Simón Pedro, y éste me dijo:
- ¡Eh! ¡Mariconadas las justas! Eeehmm perdone Maestro... ¿vas a lavarme los pies?
- Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero más tarde lo entenderás.
- ¡Jamás permitiré que me laves los pies!
- Si no te los lavo no podrás ser de los míos.
- ¡Entonces, Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza!
Después de lavarles los pies a TO-DOS (porque soy así de majo), comencé a decir:
- ¿Entendéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y tenéis razón porque lo soy (¡faltaría more!). Pues si yo, el Maestro y Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Os he dado un ejemplo para que vosotros hagáis lo mismo que yo os he hecho. Os aseguro que ningún sirviente es más que su señor y ningún enviado es más que el que lo envía. Dichosos vosotros, si entendéis estas cosas y las ponéis en práctica.
>> Ahora se manifiesta la gloria del Hijo del hombre, y la gloria de Dios se manifiesta en él. Y si él manifiesta la gloria de Dios, también Dios manifestará la gloria del Hijo del hombre. Y lo hará pronto.
- ¡Hostia, qué puto lio! ¡Al grano Jefe! - dijo Judas.
- Tú vete a donde te tienes que ir que ya vas tarde - le respondí, y se quedó con cara de lelo, pero lo pilló un minuto después, y se piró a venderme por treinta monedas de oro, el muy Luis Figo.
- Emmm, ¿por dónde iba? Ah, sí. Hijitos míos, ya no estaré mucho tiempo con vosotros. Me buscaréis, pero lo mismo que dije a los judíos os digo ahora a vosotros: No podréis ir a donde yo voy. Os doy este último mandamiento: Que os améis los unos a los otros. Así como yo os amo, debéis también amaros los unos a los otros. Si os amáis los unos a los otros, todo el mundo conocerá que sois mis discípulos. No hay amor más grande que el que a uno le lleva a dar la vida por sus amigos.
Y bueno, después de esta performance retrospectiva, me despido de vosotros, ¡oh mis queridos hijos!, hasta una nueva entrega de éstas, las crónicas divinas por excelencia.
¡Alabados seáaais...!